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Miniviaje al Véneto y la Toscana

Miniviaje al Véneto y la Toscana

VIAJE AL NORTE DE ITALIA. 23 AL 27 DE MAYO DE 2008.

 

Salimos desde Granada con Ryanair. El vuelo nos costó 100 euros, ida y vuelta Granada/Milán-Bérgamo. Fue muy puntual, aunque ya se sabe lo cutres que son en Ryanair. A una de mis compañeras le hicieron pagar 15 euros porque facturaba un kg. de más. Sin embargo, a la vuelta, llevaba más sobrecarga y no le hicieron pagar nada. No me gusta Ryanair, definitivamente. Sé que es barato, pero ¡que miserables llegan a ser! Ninguno de los avisos que dan referente al vuelo, a la seguridad…, a las cosas importantes, lo dicen en español. Solo inglés, aunque el vuelo sea entre España e Italia, da igual. Sin embargo, cuando se trata de cobrar, todos los avisos de lo que venden lo que te ofrecen…, eso sí que saben decirlo en español. Incluso pasan vendiendo números para una rifa. ¡si es que no se puede ser más cutre!.

Bueno, dicho eso, llegamos muy bien a Bérgamo. Una vez allí, encontramos sin ninguna dificultad las compañías de alquiler de coche. Nosotros llevábamos una reserva hecha con Autoeurope. Recomiendo hacerlo a través de este mayorista, ya que tiene teléfonos gratuitos donde te atienden en español, te dan todo tipo de información relativa a franquicias o a cualquier otra duda, y puedes hacer la reserva directamente. Habíamos alquilado un coche pequeño, tipo Lancia Ypsilon, y nos dieron un Opel Corsa completamente nuevo, estrenándolo. Muy bien, salvo que chupaba gasolina por un tubo ¡vamos!, lo que te ahorras por coger un coche chico lo gastas en combustible, ya que para que corra un pelín tienes que pisar a tope. A nuestros compañeros les dieron un Renault Megane ranchera, también completamente nuevo, genial.

Gracias al GPS que le había regalado a Manolo por su cumpleaños unos días antes, no tuvimos ningún problema en llegar desde allí a nuestro destino en Padova. Llegamos ya casi de noche, encontramos la residencia que nos tenían asignada (os recuerdo que íbamos en viaje de “trabajo”, o esa fue la excusa), nos instalamos y nos fuimos a tomar algo por Padua.

 

El primer contacto fue genial. Una ciudad muy tranquila, añeja, en la que la mayoría de las calles son porticadas, con muchos edificios históricos… Paramos a tomar unas cervezas y unos vinos, en la Plaza Cavour, Enoteca Santa Lucía. Nos sorprendió que nos pusieron una bandeja de canapés para acompañar el vino. Estuvimos muy a gusto y luego nos fuimos a dormir.

 

El día siguiente todavía lo teníamos libre, así que habíamos decidido pasarlo en Venecia, pero llovía a cántaros. No obstante, pusimos al mal tiempo buena cara y cogimos un tren que nos llevó justo a la Estación de Santa Lucía, en el Gran Canal. La lluvia fue nuestra compañera durante todo el día. Daba la impresión de que las calles estaban así de inundadas por su causa: agua por arriba y por abajo, por todos lados. Pero Venecia nos dejó impactados. ¡Que belleza!.

Cogimos un vaporetto para recorrer el Gran Canal. Desde allí tomamos un primer contacto, fotografiamos los edificios, de vez en cuanto había que cerrar la boca, pero era difícil porque estábamos extasiados. Esa postal que tanto habíamos visto en libros, revistas, pelis, intenrnet…, estaba ahora ante nuestras narices como si nada. De verdad, no tengo palabras. Y sé que si hubiera estado raso y el sol nos hubiera acompañado la sensación sería aún mejor. Los palacios, los canales, las góndolas, los barrotes listados señalando el nivel…., todo era como una postal, en vivo y a lo grande.

Llegamos a San Marcos, dejamos el vaporetto y, parapetados tras los chubasqueros y paraguas, comenzamos a caminar frente al palacio ducal donde, a pesar de la lluvia, había una cola considerable. Vimos el puente de los suspiros, muy chiquito pero más fotografiado. Entramos a la Plaza de San Marcos procurando no pasar entre las columnas, por la tradición de mala suerte que viene desde los tiempos en que allí se ajusticiaba a los condenados.

La plaza de San Marcos nos volvió a dejar boquiabiertos. Con razón dijo Napoleón que era el salón más bello del mundo. No entramos en la basílica ni subimos al campanil. Éramos conscientes de que disponíamos de poco tiempo y queríamos perdernos por Venecia, empaparnos no solo del agua de lluvia, sino del encanto de sus callejones, sus puentes y sus canales. Pasamos un buen rato admirando por fuera toda la belleza de sus edificios, haciendo fotos, disfrutando de una plaza que normalmente está abarrotada de palomas y turistas y, en esa ocasión, solo estaban haciendo las colas para entrar a los edificios. No había mesas en las terrazas de los bares, pero no dejaba de ser un lugar precioso que nos costó abandonar para empezar nuestro callejeo.

 

Nos adentramos por esos callejones tan mágicos, deteniéndonos en cada rincón, haciendo fotos, pasando de la lluvia que hizo a nuestros compañeros tener que comprarse otro par de calcetines, admirando el sabor de una ciudad que, de verdad, es única en el mundo. Me alegro mucho de no habérmela perdido, aunque estuvimos muy poco tiempo. Pero merece la pena haber estado allí aunque hayan sido solo unas horas.

 

Tratamos de encontrar alguno de los restaurantes recomendados. Mis compañeros llevaban guías y yo, además, toda la valiosísima información del foro, pero encontrar algo en ese laberinto intrincado de callejones es una tarea de chinos, así que nos topamos con un restaurante que nos pareció bien y entramos. Se llama Planet. Está en la calle Della Cassellería, en la esquina. Primero nos tomamos unas cervezas en la barra para echar un vistazo a los menús (y un pis, todo hay que decirlo). El sitio era muy agradable y había menús a 15 euros bastante buenos, así que pasamos al comedor. Lo recomiendo, la comida era muy buena, el sitio bonito y pasamos un buen rato. La única pega es que las cervezas valían 6 eurazos. Eso sí, eran medias, y las medias en Italia son como en Londres: casi medio litro. Y muy rica. El menú era abundante y rico. No recuerdo muy bien lo que comimos, pero era un primer plato de pasta (la mía era con almejas, muy buena), un segundo de pescado o carne, y postre.

 

Después de comer continuamos nuestro periplo por esas callejuelas, buscamos la torre del bóbolo y la encontramos gracias a un policía que nos llevó hasta allí. De lo contrario nos hubiéramos perdido con toda seguridad. Entramos en alguna tienda de máscaras que más parecían museos que comercios, nos tomamos un gelatti buenísimo en una heladería con puesto hacia la calle, en el gran canal, al lado de la parada del vaporetto, y cogimos otra vez el vaporeto hasta San Marcos, de donde nos habíamos alejado bastante.

Como veis, anduvimos sin rumbo fijo. Primero intentamos seguir los recorridos aconsejados, con ayuda del mapa y de las guías, pero pronto tuvimos que desistir. Y creo que fue lo mejor. Corroboro la afirmación de que HAY QUE PERDERSE EN VENECIA.

Volvimos a San Marcos porque queríamos verla de nuevo, no queríamos irnos sin despedirnos de tan magnífico “salón”.

Aún tuvimos tiempo de tomar una grapa y unos capuchinos en una terraza junto al puente Rialto. Todo un lujo (4 grappas y 2 capucchinos: 24 euros). Como si luciera un sol espléndido, bajo los toldos, pero lloviendo a raudales. No recuerdo el nombre del bar, pero lo veréis, incuso en las postales, con sus sombrillas blancas, junto al puente Rialto. La verdad es que la lluvia hizo más divertida nuestra visita.

Continuamos después paseando hasta la estación de Santa Lucía. Salió tímidamente el sol cuando regresábamos. Parecía una burla de alguna de esas máscaras que nos encontramos por doquier, pero nos permitió, durante unos minutos, apreciar la belleza del gran canal bajo los rayos del sol. Era otro. No parecía la misma Venecia. Sirvió para que nos marcháramos convencidos de que tenemos un cita pendiente: Nuestro próximo viaje va a ser SOLAMENTE a Venecia. Ya está decidido. Tal vez, incluso, en otra visita podamos pasear en una de esas góndolas que vimos inactivas, resguardadas bajo toldos de plástico azul.

 

A la vuelta, menos novatos, el tren a  Padova solo nos costó 3,50 euros. Habíamos pagado 12 en el trayecto de ida porque no supimos que había diferentes tipos de billete, depende del tren que cojas, todos con el mismo trayecto. La diferencia es considerable, así que aconsejo a quien vaya a utilizar los trenes en Italia que procure enterarse bien antes.

 

Llegamos cansados, nos fuimos a las habitaciones, nos repusimos un poco y, más relajaditos, salimos de nuevo a la noche de Padua que, aunque es una ciudad estudiantil considerada como de las más animadas de Italia, si la comparamos con Granada, no deja de ser un remanso de paz. Encontramos cerca de nuestro alojamiento un lugar en el que repetimos algunas veces durante nuestra estancia: la birrería degli Amicci, en vía Belzoni. Ahí se puede comer barato, a base de pizzas, paninis, piadinas…, (por unos 3,50 euros) y beber buena cerveza a buen precio. El sitio es agradable y bonito. Recomendado 100%. Aunque está en la zona universitaria, no es un sitio turístico, pero no hay nada demasiado lejos del centro en Padua.


Al día siguiente era lunes, pero hasta el martes no teníamos actividades “laborales”. Yo hubiera querido dedicar ese día para volver a Venecia, coger un vaporeto y visitar las islas, pero cuando se viaja con más gente hay que adaptarse. Mis compañeros decidieron que bastante agua habían tenido ya el día anterior. No llovía tanto, pero aún hacía mal tiempo y no les apetecía ir en barco a visitar islas, con el agua de arriba tenían bastante, así que cogimos el coche y nos fuimos a ver Vicenza y Verona.

 

Vicenza es preciosa. Sus edificios, sus calles peatonales, sus puentes (también tiene algunos  canales)… No pudimos entrar en monumentos porque los lunes los cierran allí, pero recorrimos todo el centro y nos encantó. Es, como Verona, una ciudad medieval, limpia, tranquila y bella. Tratamos de ir a un par de restaurantes que nos aconsejaba la guía del Trotamundos, pero el cierre de los lunes afectaba también a la hostelería. Finalmente encontramos uno que estaba bien. No era de turistas, sino de gente de allí: Ostería Oibo, en viale Margherita, 105 (cierra miércoles). Comimos 5 primeros platos de pasta, 5 segundos (Carpaccio, capresse, bacalao, chuletas y conejo pomodoro) con 2 botellas de vino (a 10 euros), una de agua y 3 cervezas, más los postres (4 cafés y una milhoja), todo por 100 euros. No tiene carta con precios sino que el camarero te dice lo que hay, pero estuvo muy bien. El local es rústico y acogedor y la comida, rica.

 

Después pusimos rumbo a Verona. He de decir que, si tenéis pensado viajar en coche por Italia, lo mejor es que os agenciéis un gps. Es genial. Nos llevaba directamente al parking más cercano al centro. Más adelante, en sitios donde aún es más complicado moverse en coche y aparcar, como Florencia, San Gimignano o Siena, gracias al invento fuimos derechitos sin problemas. Con un mapa normal hubiera sido de lo más complicado.

 

Verona es una ciudad muy romántica, con mucho arte y mucha historia, aunque tal vez podríamos decir “leyenda”. El romance de Romeo y Julieta es el tema central. Visitamos (por fuera) la casa de Julieta, vimos su balcón, los chicos le tocaron la teta para tener amores afortunados, incluso escribimos un mensajito de amor que resultó ininteligible en un minúsculo huequecito de los pocos que se pueden hallar en esa pared tan atestada de nombres, firmas y promesas de enamorados. Hay que mirar las fachadas cuando paseas por las calles de Verona. Los balcones, las rejas, los edificios…, ¡que románticos!. Tiene una plaza central muy bonita y animada, la plaza de Erbe, el río Adige con unas vistas espectaculares del Castell San Pietro, y algunos bares encantadores, donde tomar un buen vino o una buena cerveza, como el que hay en la esquina de la Via Sattoriva, 23, donde nos sentamos a descansar y a refugiarnos de la lluvia que había vuelto después de darnos un respiro. Ahí también se pueden comer piadini, bruschette, panini, o cosas por el estilo, por unos 4,50 euros. Las cervezas, entre 2,50 y 4,5 euros. Yo me tomé un vino que me resultó muy rico: Bardolino. El local es muy bonito y tiene terraza fuera muy agradable Ya al anochecer continuamos nuestro paseo, vimos la tumba de Romeo y otras magníficas plazas y calles que nos encantaron, y regresamos, bien tarde, a Padua.

¡Ah!, olvidaba decir que en Verona me tomé el mejor helado de toda Italia, en la heladería Patagonia.

 

El viajecito, aunque cansado, mereció la pena. Esa noche no todos tuvieron ganas de salir a tomar algo después de refrescarnos. Nosotros, aunque ya era tarde, volvimos a la birrerìa degli Amicci que la teníamos cerquita.

 

Al día siguiente había que madrugar, ya que teníamos que reunirnos con nuestros anfitriones en la Universidad. La mañana la dedicamos a “cubrir el expediente”, pero hicimos todo lo posible por dejarlo todo resuelto ese día para poder “escaquearnos” los siguientes y seguir haciendo turismo. La verdad es que fuimos muy hábiles y lo conseguimos. Ese día no quedó tiempo más que para un paseíto por Padua y cenar en una trattoría cercana a nuestro alojamiento, pero al día siguiente lo volvimos a tener libre y lo dedicamos a ver Padua a fondo, que bien merece la pena y, después de tres días allí, aún no la habíamos pateado.

 

Padova es una ciudad que merece la pena ver. Tal vez no sea un destino turístico, estando tan cerquita de Venecia o de Verona, pero hay muchas cosas interesantes. Tiene un centro muy bonito, con las plazas de la Erbe y de la Frutta, la capilla de los Scrovegni, con unos magníficos frescos de Giotto, el prato de la Valle, con la basílica de San Antonio y el edificio del palazzo del Bo, sede de la Universitá, una de las más antiguas del mundo, donde puedes ver el aula de Galileo Galilei o la primera sala para la enseñanza de anatomía, son algunos de sus muchos atractivos. En cuanto a comida, además de la mencionada barrería, recomiendo el restaurante Ostería L’Anfora, en el centro, VÍA Soncin, con encanto y una excelente relación calidad-precio (muy ricos los spaguettis con cigalas): 5 platos de pasta, 2 botellas de vino Merlot, 3 cafés y un dulce: 84 euros (unos 16 euros por persona). También recomiendo visitar el mercado de frutas y verdura que hay, tanto en las dos plazas que he dicho, como en el prato de la valle.

 

Al día siguiente nos despedíamos del Véneto y de nuestros compañeros. Manolo y yo salimos temprano rumbo a la Toscana. Nos había encantado nuestra estancia y nuestras visitas, aunque nos íbamos con la pena de no haber podido dedicar un día más a Venecia y sus islas, así que, para compensar un poco y dado que ¡por fin! lucía un sol magnífico, nos desviamos para visitar antes Chioggia. Se trata de un pueblecito marinero al que algunos llaman “la otra Venecia”, aunque solo se parece a ésta en sus canales. No hay turistas, no hay arte, pero es un rincón muy bonito y tranquilo, aunque nos tocó día de mercado y la gente estaba por todos lados. Fue un paseo muy agradable entre canales y una vista diferente de la laguna. Si vais para muchos días, vale la pena. Si tenéis solo un fin de semana, mejor dedicarlo a Venecia.

 

Seguimos rumbo a Florencia. La carretera nos dejaba ver las primeras imágenes de la Toscana y ya estábamos encantados antes de llegar.

 

Entramos en el mismísimo centro de Florencia, donde estaba nuestro hotel, sin problemas gracias al GPS, aunque luego tuvimos que dejar en recepción el nº de matrícula para que avisaran a la policía, ya que el centro es peatonal y solo los coches autorizados se libran de las multas (todo está plagado de cámaras). Nuestro hotel es el Albergo Firenze. Mejor situado, imposible, sobre la via del Corso, al ladito del duomo, en pleno centro. Un hotel modesto, no muy caro (100 euros/noche con desayuno incluido), limpio y con baño completo en la habitación. Lo recomiendo aunque, si os cuesta coger el sueño mejor que pidáis una habitación interior, porque la nuestra resultó algo ruidosa. La verdad es que, con las ventanas cerradas, el silencio era absoluto, pero hacía demasiado calor entonces (debo reconocer que nosotros somos calurosos). El desayuno estaba bien, tipo bufet, con pan, cruasanes, café, leche, cacao, zumo (de bote), galletas, cereales, mantequilla, mermelada y yogurt. Nada salado, no mucha variedad, pero en cantidad suficiente para empezar la mañana.

El hotel no tiene parking. Te ofrecen los servicios de uno cercano con quien tienen concertado, por unos 20 euros diarios, un servicio de recogida y entrega del coche en el hotel cada vez que lo necesites, pero a nosotros nos pareció caro, así que nos indicaron donde estaba el más próximo de los baratos. De todos modos, gracias al foro nosotros sabíamos que en la piazzale Michelangiolo podríamos dejar el coche tranquilamente sin coste alguno, así que, después de instalarnos, nos fuimos allí y aprovechamos para disfrutar de las mejores vistas de Florencia y visitar la basílica de San Miniato al Monte (preciosísima, no hay que perdérsela) y la chiesa de San Salvatore. Dejamos el coche allí y bajamos andando, pues aún era de día y nos apetecía pasear. El camino de regreso a pie fue muy bonito. Bajamos hasta el Arno y fuimos paseando junto al río hasta llegar al ponte Vecchio. El primer contacto fue genial. El río, las vistas, el ambiente, el puente con los colorines, con sus pequeñas joyerías…, todo precioso.

Después del paseo, que dio de sí para ver algunas calles del centro y la plaza del Duomo, nos fuimos a descansar, darnos una duchita, y salir a cenar en Za-Za, tan recomendado en el foro y, desde entonces, también por nosotros (repetimos dos noches). Está en la plaza del mercado central de San Lorenzo y es un agradable restaurante, con terraza en la misma plaza, con camareros muy amables y una muy buena relación calidad-precio (la cena para dos nos costó 55 euros, con vino, entradas, carnes muy ricas y postre).

 

Nuestro 7º día en Italia lo dedicamos a Florencia. Lo primero fue acudir a nuestra cita con la Galería de la Academia. Teníamos una reserva hecha a las 8,30h. Habíamos reservado por tlf. y, como no habíamos pagado nada, una vez allí comprobamos que no había apenas cola a esa hora. Era igual de larga la fila para la gente que tenía reserva que para los otros (unas 6 o 7 personas, no más), así que decidimos ahorrar dinero y ponernos en la fila de la gente que iba sin reserva. La entrada sin reserva valía 6,50 euros, mientras que la otra (con reserva a través del tlf.) nos hubiera costado 11,50 euros por persona.  Mientras esperábamos que abrieran conocimos a una chica argentina que nos aconsejó ir a los Uffizi a última hora, sobre las 17 o 17,30, porque, como cierran la galería a las 18,30, no suele haber ya cola a esa hora. Claro, eso es válido para quien no se pasa una hora delante de cada cuadro, como es nuestro caso. Ella lo había hecho el día anterior y no había esperado más de 5/10 minutos.

En definitiva, aconsejo que vayáis a ver ambos museos (Academia y Uffizi) a primera hora (8,30 a.m) o a última (17/17,30 p.m). A esas horas no hay colas y os ahorraréis los euros de más que cobran por la reserva anticipada.

Bueno, ¿qué decir de la Academia? Una preciosidad. El David de Miguel Ángel, magnífico. Y las otras obras soberbias también. No dejan hacer fotos, pero alguna pude colar cuando pillé despistadas a las vigilantes.

Es pequeña la galería, se ve en poco tiempo, así que luego continuamos nuestra visita por la plaza del Duomo: La catedral, el campanile y el batisterio. Había muchas colas para subir, tanto a la cúpula como al campanile. Además, no nos apetecía el ejercicio, de modo que lo vimos todo por fuera. El conjunto monumental es impresionante. Te deja embobado. Precioso, armónico, diferente… Los tres edificios de mármol policromado, sobre una plaza también revestida de mármol. Tuvimos ocasión de pasear por allí varias veces, ya que nuestro hotel estaba tan cerca, y nunca me cansaba de admirarlo todo.

Luego continuamos nuestro paseo por la plaza de la Signoria, que ya es un museo escultórico en sí misma. Hay más arte renacentista al aire libre en esa plaza que en muchos museos. Ahí tenéis, junto a la entrada del Palazzo Vecchio, una réplica del David de Miguel Ángel, para quien no pueda verlo en la Academia. En esta preciosa plaza está la fuente de Neptuno y otras obras renacentistas y barrocas. 

Otra bonita plaza que vimos en nuestro paseo fue la de la Santissima Annunciata, perfectamente renacentista, de Brunelleschi, con pórticos de finas columnas y edificios notables como el Spedale degli  Inocenti y la chiesa de la Santissima Anunciata, de Michelozo, que da nombre a la plaza.

Ese día estuvimos también visitando el mercado de San Lorenzo, hicimos algunas compras (carteras de cuero, muy bien de precio, por cierto, unos preciosos anillos de plata antigua en uno de los puestos de anticuario, algunas especias para pasta…)

Comimos pizza al taglio en Cucciolo, vía del Corso, 25, (2 trozos de pizza por 5,50 euros y 2 cervezas), y nos fuimos a descansar al hotel.  Poco rato, porque a las 17,35 ya estábamos en los Uffizi, sin colas. Lo que más me gustó: el Nacimiento de Venus y la Alegoría de la Primavera. Estuve un buen rato frente a ambas obras. No conseguí hacer fotos porque estaban muy vigiladas, pero me fui encantada.  Lo demás lo vi un poco más rápido. Me gustó también mucho las vistas del Arno y el ponte Vecchio desde el piso superior de la galería.

Después estuvimos paseando por el Oltrarno, vimos el palacio Piti, el barrio judío…, la verdad es que nos dimos una buena caminata con la sensación de que estábamos en otra época, ante tanto edificio, calles y plazuelas medievales.

Esa noche volvimos a cenar en Za-Za (esta vez, 54,50 euros los dos porque Manolo no se quiso perder el famoso bistec a la Fiorentina. Magnífico). Después de la cena, un paseo nocturno por el centro, un helado en la vía del corso y a dormir.

 

Al día siguiente nos levantamos temprano y fuimos caminando hasta Santa María Novella para coger allí un autobús que nos llevara a la piazzale Michelangiolo, donde teníamos el coche. Nuestro destino: Siena, una preciosísima ciudad que mantiene su aspecto medieval, con empedrados, magníficos edificios y una armoniosa plaza del Campo, con desnivel y forma de concha, flanqueada por las espléndidas fachadas de palacios góticos, que dos veces al año se convierte en escenario de la fiesta del Palio. No tuvimos ocasión de verlo, pero en todas las calles, fachadas, escaparates… lucían con orgullo  los palios distintivos de cada barrio. Nos encantó esta ciudad y recomiendo a todo el que visite la Toscana que no se vaya sin visitarla. El Duomo tiene una fachada muy bonita, en mármol policromado, como el de Florencia.

 

Desde allí nos fuimos a Volterra. No sabíamos si ir antes aquí o a San Gimignano, pero dejamos esta para el final con el objetivo de encontrar ya menos turistas. Fue una buena idea, desde luego.

 

Volterra es preciosa. Está sobre una colina y desde allí se domina un idílico valle toscano. La ciudad, toda de piedra, peatonal, empedrada, medieval, romana y etrusca,  nos enamoró. Tiene una plaza, Piazza dei Priori, que es una de las más bonitas de Italia, y unos alrededores impresionantes. Comimos en un restaurante llamado Il pozo degli etruschi, porque conserva un pozo etrusco en su interior. Está en la via delle prigioni 20/30. Buena comida toscana y platos de caza (probamos el jabalí), con un servicio muy atento y precios adecuados. (Nos costó 40 euros, con cerveza y vino, entrada, plato de carne y café).

 

Tanto Siena como Volterra y San Gimignano son ciudades peatonales, en las que deberéis dejar el coche en uno de los parking que hay a la entrada. En Volterra lo dejamos en uno gratuito. Pasad de los que anuncian y seguid hasta el final, como si ya fuerais a entrar en la ciudad. Estaréis más cerca y ahorraréis algo.

 

Nuestro siguiente destino, San Gimignano, no nos gustó tanto como Siena y Volterra. Tal vez porque esperábamos mucho más, después de tantos comentarios en el foro, en las guías y en otras web. Es, realmente, una ciudad preciosa, toda de piedra, con 14 magníficas torres que se elevan en un paisaje encantador, sobre una colina y con unas vistas inigualables. Pero…, no es una ciudad viva. Más bien parece un parque temático, algo hecho solo para los turistas. No vive la gente allí, sino fuera de las murallas de la ciudad medieval. No hay comercios normales, tiendas donde la gente adquiera sus productos diarios, no hay colegios ni niños correteando, no hay bares para la gente del pueblo…, solo se ven turistas y la gente que tiene sus comercios allí son dedicados al turismo: tiendas de recuerdos, restaurantes… Me recuerda a Pedraza o Santillana del Mar. Muy bonita, es verdad, pero no es una ciudad real en la que vive la gente su día a día. Por eso nos gustó más Volterra. De todos modos, es una visita recomendable y nos alegramos mucho de haber ido hasta allí. El entorno y los paisajes te dejan sin respiración.

 

Desde san Gimignano volvimos directos a Florencia. Dejamos el coche nuevamente en la písale San Michelangelo, lo que aprovechamos siempre para ver las magníficas vistas de Florencia desde allí. Cogimos un autobús para regresar al hotel pues el día ya nos había hecho andar bastante. Compramos unos bocatas y unas cervezas y a descansar, que al día siguiente nos esperaba Pisa.

 

Iba a ser nuestro último día en la Toscana y salimos temprano para aprovecharlo bien.

Pisa es una ciudad muy bonita. Aparte del campo dei Miracoli, con su torre inclinada, su catedral y el precioso batisterio, la ciudad merece un sosegado paseo. Es una ciudad estudiantil y eso se respira en el ambiente. Pensaba que me iba a encontrar hordas de turistas cámara en mano pero, saliendo del precioso conjunto monumental que he mencionado, la ciudad te acoge con calma. Junto al río hay una preciosa capilla gótica, Santa María della Spina, que merece la pena una parada. También la chiesa de San Sixto y la de Santa Catherina, o la piaza dei Cavalieri, son lugares dignos de visitar.

Comimos en un local típicamente universitario, junto al Arno, el caffe Storico Dell’Ussero (Pancinotti, 27), a base de algo que tienen parecido al sandwich, cerveza, y un café (solo nos gastamos 13 euros entre los dos).  El lugar nos gustó y nos ofreció un agradable respiro.

 

Volvimos a Florencia después de decidir no parar en Luca. No sé si hicimos mal, pero ya habíamos visto varias ciudades preciosas y aún tenía interés en ver algunas cosas en Florencia esa tarde, así que regresamos, cogimos un bus hasta Santa María Novella, visitamos la plaza y la iglesia (por cierto, la plaza está en obras), y buscamos la famosa farmacia más antigua de Italia, que está en la misma calle. Merece la pena. Es preciosa, aunque los precios son carísimos, pero es todo un museo digno de visitar.

 

Paseamos desde allí hasta el centro, pasamos por el mercado nuevo para acariciar al porcelino que, como la moneda que en su día echamos a la fontana de Trevi, tal vez nos asegure volver, nos acercamos de nuevo a la plaza del Duomo y nos detuvimos más despacio a ver la preciosa puerta del batisterio, que los días anteriores habíamos dejado un poco de lado por tanta gente como había contemplándola, luego fuimos al ponte Vecchio a cumplir también con esa tradición: No os podéis imaginar lo que nos divertimos tratando de colocar el candado a tiempo de que el automático de la cámara inmortalizara el momento. Creo que tuvimos que repetir la foto como 3 o 4 veces, pero allí se quedó la llave, en el fondo del Arno, para que nadie lo abra jamás.

 

Esa noche cenamos en la Grotta Guelfa, siguiendo recomendaciones de gente del foro. (Via pelliceria 5/r) Comimos muy bien, en la terraza: pappardelle, spaghetti scampi, affettato misto, insalata, 2 cervezas, una botella de vino Dell’Oste y una grapa, 49,72 euros. Dimos un último paseo por el centro, estuvimos un buen rato en la plaza de la Signoria escuchando a unos músicos callejeros. (Muy buenos, por cierto, interpretaban música de Simon y Garfunkel, Cat Steven, John Lenon…, a la gente más jovencilla tal vez ni os sonará pero a nosotros nos trajeron muy buenos recuerdos de nuestra época estudiantil. Les compramos un CD que ahora llevamos en el coche y nos evoca nuestra última, romántica y divertida noche en Florencia). Antes de irnos al hotel nos tomamos el último helado en la mejor heladería de Florencia: Festival del gelato, Via del Corso, 75 r. (¡que pena!, creo que es lo que más echo de menos).

 

Al día siguiente nos fuimos a Bérgamo. Teníamos casi 5 horas de autopista, repleta de camiones, así que llegamos a medio día. Nos instalamos en el Albergo Piemontese, en la ciudad baja, junto a la estación de ferrocarril. Nos costó 116 euros la doble, desayuno incluido. El hotel no estaba mal: limpio y nuevo. La pega: el aire acondicionado lo activan o lo apagan desde recepción, no puedes ponerlo y quitarlo cuando quieras, pero fue solo una noche, así que nos pareció bien.

 

Comimos a base de tapeo y bocatas, descansamos un poco y luego nos fuimos a ver la ciudad alta. He de decir que Bérgamo es preciosa. Una ciudad tranquila, bonita, también de piedra, que nos brindó la oportunidad de relajarnos en un ambiente romántico después de tantos días de no parar. Cenamos allí, en la ciudad alta, en un restaurante que se llamaba El Sol, o algo así. Muy agradable y no estaba mal de precio. Luego estuvimos un rato sentados en el mirador que hay a la entrada de la ciudad, con unas vistas magníficas.

 

Al día siguiente nuestro avión salía por la mañana de vuelta a Granada, a la rutina y al quehacer diario, pero lo íbamos a afrontar con una buena inyección de belleza que nos habíamos traído de esta bonita escapada por el norte de Italia.

 

ALBÚN DE FOTOS:

 

PADOVA:

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9426padovagu0.jpg

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9443aj1.jpg

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9444vp2.jpg

 

VENECIA:

- Desde el vaporetto, por el Gran Canal: http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9023palaciocafavretal2.jpg

- Ponte Rialto. En la esquina izqda. Terraza del café donde nos tomamos las grapas y el capuchino: http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9030ponterialtodt5.jpg

- Ponte dei suspiri: http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9092puentedelossuspvr7.jpg

- Perderse en Venecia:

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9164perderseenvenecnf3.jpg

- Plaza de San Marcos sin palomas ni turistas:

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9236plazadesanmarcone3.jpg

 

VICENZA:

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9315vicenzaiq0.jpg

http://img131.imageshack.us/my.php?image=imagen014ks8.jpg

 

VERONA:

Balcón de Julieta: http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9333casaybalcndejulju4.jpg

Río Adige: http://img131.imageshack.us/my.php?image=imagen063vr4.jpg

 

CHIOGGIA: http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9464vg3.jpg

 

FLORENCIA:

Vistas desde la plaza Michelangelo:

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9487vistadefirenzedxc3.jpg

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9492vistadefirenzedyd6.jpg

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9489vistadelponteveqz7.jpg

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9516vistadefirenzedbi2.jpg

David:

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9545galeradelaaccadib5.jpg

Duomo y campanile: http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9571duomoycampanilepp6.jpg

Perseo de Cellini en la Piazza della Signoria:

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9605elperseodecelliyo1.jpg

Ponte Vecchio: http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9613ilpontevecchiodsu3.jpg

Santa María Novella;

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9676santamarianovelxn9.jpg

 

SIENA:

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9700nm4.jpg

http://img364.imageshack.us/my.php?image=dscn9708te7.jpg

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9714zs3.jpg

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Duomo-catedral: http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9752uo5.jpg

 

VOLTERRA:

http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9758om7.jpg

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SAN GIMIGNANO:

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http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9860av6.jpg

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9862et1.jpg

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PISA:

Santa María della Spina: http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9931tl8.jpg

El Arno:http://img128.imageshack.us/my.php?image=dscn9932ug8.jpg

Piazza dei Cavalieri: http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9920rd6.jpg

http://img131.imageshack.us/my.php?image=dscn9922oa5.jpg

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BÉRGAMO:

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5 comentarios

Marta -

Genial Ana, gran crónica y estupendas fotos.
Besos

Redonna -

qué genial, Ana, así si es un gran blog...!!!! Somos las mejores!!!! oe, oe, oe, oé...
Estamos a punto d enuestro segundo aniversario...
besazos

Reno -

Eso sí que es una crónica jeje.
Oye la foto de 2presentación" me encanta, lástima de lluvia en Venecia.

En cuanto a las obras en la plñaza de Santa maria Novella te diré que yo fuí en el 2005 y las estaban empezando!!! (veo que trabajan igual de rápidos que en España...)

Hafsa -

Qué bien te ha quedado la crónica, Ana, y las fotos... qué recuerdos! Gracias por compartirlo con nosotros.
Besos, Elena.

Paloma -

enhorabuena !! te ha quedado genial
besos, Paloma.